14 DE MAYO DE 2008: VILLARREAL DE ÁLAVA (ÁLAVA). GUARDIA CIVIL JUAN MANUEL PIÑUEL VILLALÓN.
Guardia Civil Juan Manuel Piñuel Villalón.
En la madrugada del 14 de mayo de 2008, la organización terrorista, marxista y antiespañola ETA, intentó volar el cuartel de la Guardia Civil de Villarreal de Álava ( Legutiano) con todos sus agentes dentro, unas quince familias, incluidos cinco niños. Sin previo aviso, hizo estallar sobre las 3 horas una furgoneta cargada con más de cien kilos de explosivo.
La deflagración sepultó al Guardia Civil JUAN MANUEL PIÑUEL VILLALÓN, que perdió la vida bajo los escombros. Otros cuatro agentes, dos hombres y dos mujeres, resultaron heridos.
Con aquel atentado, la organización terrorista buscaba una nueva masacre. La onda expansiva del potente artefacto, cuyo estallido se oyó a más de tres kilómetros de distancia, destruyó casi la mitad del edificio en el que en esos momentos dormían 29 personas. Solo un milagro, evitó que ETA reeditara matanzas como las de las casas cuartel de Vic o Zaragoza.
El atentado sorprendió a Juan Manuel Piñuel Villalón de guardia en el edificio de vigilancia del cuartel, desde donde controlaba las pantallas que recogían en directo imágenes del perímetro de las instalaciones, situado a quince kilómetros de Vitoria. Era la única persona despierta a esas horas en el cuartel, el único que pudo ver a través de las cámaras cómo unos desconocidos abandonaban a la carrera una furgoneta Citröen Berlingo de color rojo a escasos metros del cuartel, en el arcén de la carretera N-240 que pasaba por delante del edificio. De inmediato llamó a la central operativa de servicios para alertar de la presencia de un vehículo sospechoso aparcado frente al recinto y cuyos ocupantes se habían dado a la fuga en un Peugeot 306. No tuvo tiempo para nada más.
La furgoneta, que transportaba un artefacto cebado con entre 100 y 300 kilos de explosivos, estalló mientras Piñuel Villalón hablaba al teléfono con sus compañeros y trataba de comprobar si la matrícula del vehículo era doblada.
La onda expansiva, que arrancó postes de luz y árboles de cuajo, alcanzó de lleno una garita y el edificio de vigilancia, que se convirtió en un amasijo de escombros bajo el que quedó atrapado el guardia civil.
La explosión afectó a quince vehículos aparcados en las inmediaciones e incidió de pleno en la parte central de la Casa-Cuartel, que se derrumbó sobre el patio. Todas y cada una de las ventanas, puertas y techos de la casa cuartel saltaron por los aires. La detonación provocó grietas en muros de carga y un socavón en la calzada de tres metros de diámetro.
Fue de tal calibre que los agentes recuperaron restos del coche bomba a casi medio kilómetro de distancia, en las orillas del cercano embalse de Urrúnaga. Pedazos del motor fueron encontrados a doscientos metros del lugar del atentado.
La lluvia de cascotes enterró al sargento del acuartelamiento, José Javier Cabrizo, y a dos Guardias Civiles más, un hombre y una mujer, que dormían en la parte delantera del edificio. La fortuna quiso que la mayoría de los dormitorios estuviesen ubicados en la parte posterior de la casa-cuartel.
Unidades de la Ertzaintza, que tuvo que movilizar equipos de rescate de alta montaña y unidades caninas para socorrer al guardia civil superviviente que quedó sepultado bajo los escombros provocados por la explosión y recuperar el cuerpo de Juan Manuel Piñuel Villalón. Los otros guardias heridos lograron liberarse por sus propios medios.
Los equipos policiales y de bomberos tuvieron que apuntalar primero el edificio para poder trabajar y escarbaron con sus propias manos para llegar hasta las víctimas. Necesitaron más de dos horas en liberar al sargento Cabrizo y casi tres para poder sacar los restos sin vida del agente fallecido. A las 6 horas, los bomberos dieron por concluido el operativo de rescate.
A la puerta de la iglesia, se formó un guardia de honor de 30 guardias civiles y otros tantos agentes de la policía nacional que esperaron la llegada de don Felipe y doña Letizia, junto a las principales autoridades: el lendakari Juan José Ibarreche, la vicepresidente del gobierno María Teresa Fernández de la Vega, los ministros Alfredo Pérez Rubalcaba y Carmen Chacón, y el presidente del Senado, Javier Rojo.
Los Príncipes de Asturias llegaron a las 10.20 horas, diez minutos antes de que comenzara el funeral. Fueron recibidos con una ovación. Los aplausos fueron aún más prolongados cuando llegó el féretro de Piñuel Villalón, envuelto en la bandera Nacional, en un coche fúnebre escoltado por diez guardias civiles a pie y seguido por una comitiva de coronas de flores que portaban sus compañeros del acuartelamiento atacado.
La viuda del agente asesinado, María Victoria, con negras gafas de sol, no se separó del féretro durante su traslado desde la cercana Subdelegación del Gobierno, donde se instaló la capilla ardiente.
El féretro fue conducido ante el altar, donde nueve agentes de uniforme lo velaron durante la Misa. En la ceremonia religiosa, el obispo Asurmendi, que concelebró la misa con otra veintena de sacerdotes, tuvo duras palabras para los terroristas y los que los apoyaban.
Destacó el «sentimiento general de rechazo y la rabia contenida contra los autores y los cómplices de este terrible atentado».
Durante el silencio posterior a la comunión, un desconocido gritó dentro del templo:”¡ Juan Manuel has muerto por ser español en una tierra en la que te puede costar la vida ser español! ¡Gracias por tu sacrificio! ¡Otros cogeremos la antorcha!”. Sus palabras fueron respondidas con muchos aplausos.
Al término del oficio, don Felipe y doña Letizia, presentaron sus condolencias a la viuda, a la familia y a los compañeros del cuartel de Legutiano.
Cuando sus compañeros volvieron a cargar el féretro de Juan Manuel a hombros, una cerrada ovación llenó las naves del templo. La ovación se hizo mucho más fuerte cuando el ataúd volvió a salir la calle, recibido por el himno de la Guardia Civil, que el Príncipe entonó emocionado, y la marcha “La muerte no es el final” y el toque de oración en nuestros Ejércitos, a cuyo final fueron saludos por grandes gritos contra los terrorista y vivas a España y a la Guardia Civil.
Tras el funeral, el Parlamento vasco rindió homenaje a Juan Manuel Piñuel Villalón. Era la primera vez que la Cámara vasca dedicaba un acto a la memoria de un guardia civil asesinado por ETA. Ante “la brújula de medianoche”, una escultura que el legislativo vasco erigió en el jardín de entrada a su sede, lucía solitaria la fotografía de Juan Manuel Piñuel Villalón, vestido de uniforme. Un chistulari interpretó a modo de homenaje el Agur Jaunak (Saludos, Señor), mientras mandos de la policía autonómica y de la Guardia Civil, juntos, saludaron en posición de firmes, la fotografía de Juan Manuel Piñuel.
En diciembre de 2010 la Audiencia Nacional condenó a penas de 515 años a cada uno de los etarras Aitor Cotano Sinde y Arkaitz Goikoetxea Basabé, por preparar y ejecutar el atentado contra la casa cuartel de Legutiano. En la sentencia también se condenaba a Íñigo Gutiérrez Carrillo a ocho años de prisión por un delito de colaboración con banda armada.
En 20021, el ministro Fernando Grande Marlasca, autorizó el traslado, desde la prisión de Logroño a una cárcel en Vascongadas del Arkaitz Goikoetxea Basabe, que cumple una condena acumulada de 40 años de cárcel por delitos de asesinato, atentado, estragos, tenencia de explosivos, detención ilegal, robo, falsificación y pertenencia a organización terrorista. Se encuentra en prisión desde julio de 2008, Curiosamente, Arkaitz Goikoetxea confesó en 2008 a la Guardia Civil que recibió instrucciones de la dirección de ETA de seguir al entonces juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande Marlasca, en sus vacaciones en Ezcaray, con intención de atentar contra él.
En febrero de 2023, Aitor Cotano Sinde, era trasladado del Centro Penitenciario de Dueñas (Palencia) a una cárcel del País Vasco. Además de los 515 años a los que fue condenado por la voladura de la casa-Cuartel de Villarreal de Álava (Legutiano), fue también condenado en 2011 a ocho años de cárcel por la preparación de un bidón de cerveza cargado de explosivos para cometer un atentado que no se pudo llevar a cabo. Además, ese mismo año el Tribunal Supremo confirmó 15 años de cárcel para Aitor Cotano por colocar un artefacto en la sede del Partido Socialista de Euskadi en Balmaseda en 2007.
Juan Manuel Piñuel Villalón había nacido en Melilla hacia 41 años. Llevaba destinado en Vascongadas poco más de un mes. Casado con María Victoria Campos, tenían un hijo de seis años. Juan Manuel Piñuel Villalón, que había ingresado en el Benemérito Instituto en 1997, quería establecer su residencia en Málaga, donde Vivian su familia y la de su mujer. Su decisión de ir voluntario a Vascongadas fue con la intención de acumular méritos para ser trasladado a la comandancia de Málaga con carácter preferente. Había encontrado en la barriada malagueña de El Palo la tranquilidad y el ambiente que deseaba para vivir.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se concedió le la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo
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