15 DE MAYO DE 1978. RESIDENCIA NUESTRA SEÑORA DE ARÁNZAZU DE SAN SEBASTIÁN. GUARDIA CIVIL MIGUEL ÁNGEL ÍÑIGO BLANCO.
Miguel Ángel Iñigo Blanco.
El día 15 de mayo de 1978, seis días después de verse inmerso en un atentado, que lo dejó en gravísimo estado, fallecía en la residencia Sanitaria Nuestra Señora de Aránzazu de San Sebastián el Guardia Civil MIGUEL ÁNGEL IÑIGO BLANCO, al no poder superar varias de las mortales heridas en la cabeza, que le produjeron los traidores disparos de la terroristas de ETA.
Alrededor de las once y media de la noche del 9 de mayo de 1978, un comando de la banda terrorista ETA ametrallaba un Land Rover de la Guardia Civil que prestaba servicio de protección al acuartelamiento de Inchaurrondo en San Sebastián. En el vehículo, que realizaba una patrulla por los alrededores de las dependencias del propio cuartel de la Guardia Civil, iban cuatro agentes. En el indiscriminado tiroteo eran gravemente heridos el conductor del vehículo, el Guardia Civil Juan Marcos González, que fallecería poco después de ingresar en la residencia sanitaria de la capital donostiarra, y Miguel Ángel Íñigo Blanco, que fallecería seis días después.
El atentado fue protagonizado por cuatro terroristas. Dos de ellos se apostaron en el muro del cementerio de Polloe y efectuaron numerosos disparos de metralleta al paso del vehículo de la Benemérita. Un tercero se quedó en función de enlace entre los agresores y el vehículo en el que huyeron, y el cuarto permaneció al volante, esperando la llegada de sus compañeros en el interior de un turismo, un «Mini - Morris» de color azul sustraído de la localidad de Rentería a su propietario y encontrado en la misma localidad, aparcado en doble fila y con señales de abandono. En el lugar del atentado se encontró gran cantidad de casquillos de bala tipo parabellum.
Apenas producirse las primeras ráfagas de metralleta contra el «Land-Rover» en el cual se apreciaron 84 impactos, los otros dos guardias civiles José Amado Juan y Juan Jiménez Bermúdez, que también lo ocupaban se arrojaron al exterior del vehículo con el fin de no ser blanco de los siguientes disparos. Uno de ellos, herido en la pierna izquierda, repelió la agresión, efectuando media docena de disparos hacia el lugar donde se encontraban apostados los miembros del comando etarra. El mismo Guardia Civil intentó perseguir a los agresores, pero el impacto que le había afectado una pierna le permitió correr sólo unos metros.
Ingresados en la residencia sanitaria Nuestra Señora de Aránzazu, Juan Marcos González fallecería. Por su parte, Miguel Ángel Iñigo Blanco, presentaba varias heridas en la cabeza con orificio en región temporal derecha con laceración de piel y salida de papilla cerebral; orificio en la región lateral derecha del cuello; tres orificios con entrada y salida en pierna derecha; orificio en región escapular izquierda». Realizada una radiografía del cráneo, se pudo apreciar un estallido del hemisferio derecho, apreciándose alojamiento de un objeto extraño que pudiera tratarse de una bala. Pronostico crítico. Miguel Ángel Iñigo, tras debatirse entre la vida y la muerte, fallecería el 15 de mayo.
Al día siguiente de su muerte, tuvo lugar la ceremonia religiosa por el eterno descanso de su alma, que se celebró en la capilla del Hospital Militar de San Sebastián, y a la que asistieron altos mandos de la Guardia Civil, Ejercito, Policía y autoridades locales.
Finalizada la ceremonia religiosa, los asistentes, muchos de los cuales no pudieron seguir la ceremonia dentro de la capilla por falta de espacio, abandonaron el lugar sin que se produjeran incidentes.
En 1982 la Audiencia Nacional condenó por ese atentado a los miembros del grupo Xenki de ETA Antonio García del Molino e Ignacio Apilañez Olalde a 50 años de cárcel cada uno. Según se leía en la sentencia “ambos terroristas estuvieron vigilando durante veinte días el recorrido de un Land Rover de la Guardia Civil. El 9 de mayo se ocultaron junto a la tapia del cementerio de Polloe de San Sebastián en torno a las 23:00 horas de la noche. Cuando vieron que pasaba el vehículo con los cuatro agentes, los etarras abrieron fuego disparando varias ráfagas de ametralladora, las cuales hirieron mortalmente a Juan Marcos y dejaron gravísimamente herido a su compañero Miguel Íñigo Blanco, que fallecería el día 15 de mayo de ese mismo año de 1978”.
En 1994, gracias a las medidas impulsadas por el ministro de justicia socialista Juan Alberto Belloch, el etarra Ignacio Apiláñez Olalde, condenado a más de 100 años de reclusión por delitos de sangre, obtenía la libertad.
En 2013, tras derogar el tribunal Europeo de derechos humanos la llamada doctrina Parot, Antonio García del Molino obtenía la libertad.
Miguel Ángel Íñigo Blanco, había nacido hacia 24 años en la población cacereña de Holguera. Estaba soltero.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se concedió le la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo
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