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La «Quinta Columna» no fue la razón para las «sacas.Por Toribio.

Artículo aparecido en el Español Digital, el dia 3 de noviembre de 2021.


Llama la atención la facilidad con que se extienden las mentiras y más aún las verdades a medias, especialmente sobre muchos de los asuntos más deplorables ocurridos durante nuestra guerra civil; aunque mejor haríamos en volver a utilizar el término Cruzada de Liberación Nacional de la peste bolchevique, esa extrema forma del marxismo-leninismo desde su aparición.


Galerías de la Cárcel Modelo madrileña; una de las varias de las que salieron los presos para ser asesinados.


El caso que nos ocupa es muy llamativo. De un tiempo a esta parte comprobamos la proliferación de artículos en los que se plasma la misma idea: las «sacas» de presos en Madrid hacia los cementerios y fosas comunes de Aravaca, Fuencarral, etc., y sobre todo Paracuellos del Jarama, la quintaesencia de la barbarie revolucionaria, se debieron, en realidad, a la obsesión de los frentepopulistas –que no «republicanos»– por eliminar a la «Quinta Columna» ideada por Mola en varias de sus alocuciones radiofónicas durante el verano de 1936. Así, parece que en parte o al menos sutilmente se culpa de dichas masacres al General y director del Alzamiento, o sea, a D. Emilio Mola Vidal.


Pues bien, nada más lejos de la realidad y de los hechos. Nada más torticero y absurdo. Por eso, y ante la posibilidad más que real de que tal fantasía arraigue, conviene desde ya e insistentemente comparecer y combatir con constancia inasequible al desaliento tal falsedad, no ocurra como con la Leyenda Negra y otras falacias sobre la reciente historia española que por incomparecencia en su momento y después son hoy tópicos muy difíciles de neutralizar.


Primero algunos hechos incontestables.

  • El terror mediante la detención indiscriminada –y por supuesto ilegal y sin garantía alguna de ningún tipo– fue total desde el mismo 19 de Julio en toda la zona frentepopulista contra todo aquel sector de la población que sus líderes y seguidores consideraban desde siempre sus enemigos fuera por cuestiones ideológicas, políticas, económicas, religiosas y vaya usted a saber por qué otras «razones» incluidas la pura y dura miseria moral de aquéllos. Todo ello propio de la revolución marxista-leninista anunciada, copia de la soviética triunfante en Rusia.

Frentepopulistas tras asesinar a «derechistas» en la Casa de Campo madrileña en Octubre de 1936.


Durante el verano de 1936, Mola habló de la existencia de una «Quinta Columna» como complemento de las cuatro que los nacionales movían apresuradamente como consecuencia de los planes del Alzamiento. «Quinta Columna» que Mola dijo estar formada por todos los que estaban dispuestos a unirse al Alzamiento en las zonas donde había fracasado. Algo cierto, porque había quienes lo anhelaban, pero en realidad inexistente en cuanto a organización siquiera mínima debido precisamente a ese terror que lo inundaba todo en dicha zona frentepopulista. Ni siquiera los falangistas tenían para entonces la más mínima organización clandestina como sí iban a tener más adelante a partir de la Primavera de 1937, al igual que los requetés; los que habían podido substraerse a la detención bastante tenían con limitarse a esconderse aislados donde podían. Lo de Mola fue por ello más una brillante acción psicológica de las muchas que cualquier bando pone en práctica en toda guerra, sea de la clase que sea, que una realidad.


A finales de verano el Comité Provincial de Investigación Pública, el terrible CPIP, creado por la infame e igualmente terrorífica Dirección General de Seguridad, se hizo con el control del orden público arreciando en su vesania hasta que llegó la última semana de Octubre. El día 28 de dicho mes, se llevó a cabo una reunión del más alto nivel del CPIP en la que se acordó la realización de un operativo para «trasladar» a presos muy significativos –Ruiz de Alda y Ramiro de Maeztu entre otros muchos– a Chinchilla. La orden se dio el 31 –una vez se había preparado todo– y el 1 de Noviembre se produjo la primera «saca» que acabó con los «trasladados» en el cementerio de Aravaca. A reglón seguido, entre el 1 y el 6 de Noviembre se «trasladó» a 158 presos que acabaron fusilados en Aravaca y Rivas Vaciamadrid.

Junta de defensa de Madrid (Carrillo señalado con una flecha blanca)


Ese último día, 6 de Noviembre, el gobierno y buena parte de la administración de Largo Caballero abandonó Madrid, ojo al dato, momento en que se hizo cargo de la capital la Junta de Defensa con el Gral. Miaja al frente y Santiago Carrillo y su segundo, Jesús Poncela, ambos máximos dirigentes de las JSU y afiliados en secreto al PCE desde hacía tiempo, de la Consejería de Orden Público que lo que hicieron de inmediato fue impulsar la logística necesaria para elevar las «sacas» ya realizadas a nivel industrial de forma que el 7 fueron los primeros a Paracuellos y otros lugares.


Y ahora el quid de la cuestión.


La infausta reunión del CPIP del 28 de Octubre en la que se decidió e institucionalizaron las «sacas» se produjo bajo la presión que suponía saber que los nacionales estaban ya en Talavera de la Reina, que parecían imparables y que algún que otro avión nacional había logrado dejar caer alguna bomba en lo arrabales de la capital, bien que sin efecto real alguno a no ser el psicológico.

En dicha reunión no pesó la existencia de la «Quinta Columna» que bien sabían aquellos que no sólo no existía, sino que incluso era imposible dado el terror impuesto por ellos mismos desde hacía ya tres meses.


Lo que sí sabían era que las cárceles madrileñas estaban atestadas de toda clase de personas dispuestas, lógicamente, a sumarse a los nacionales en cuanto consiguieran entrar en Madrid y hacerse con su control, lo que se anhelaba y esperaba que se produjera dadas las noticas de sus avances; ojo, unirse activamente sólo los militares, falangistas y otros, no los curas, monjas, menores de edad y ancianos, que de todo había.

Paracuellos del Jarama en 1941.


Lo que sí sabían aquellos facinerosos marxistas-leninistas criminales que hoy son elogiados como demócratas y luchadores por la República y la libertad, es que si Madrid se perdía, lo que consideraban muy seriamente, no pocos de los ahora presos iban a engrosar de una u otra forma a los nacionales, ergo… siguiendo la estela revolucionaria soviética que tantos beneficios dio en su momento a los Lenin, Troski, Stalin, etc., había que eliminarlos porque trasladarlos a retaguardia, a Chinchilla o Valencia o cualquier otro lugar, era costoso, difícil y no solucionaba la cuestión, pues seguirían siendo enemigos en propio campo, así que lo mejor, más eficaz y lógico conforme a la falta absoluta de humanidad de su ideología era asesinarlos cuanto antes mejor.


Más aún. Si la «Quinta Columna» de la que habló Mola era clandestina y activa, si es que existía, y formada por «combatientes», lo lógico era que los frentepopulistas los hubieran buscado, detenido e… incluso eliminado, pero no a los presos que no eran parte de esa «Quinta Columna» de la que habló Mola, entre los cuales, como hemos dicho, había curas, monjas, menores de edad y ancianos.


Por ello, venir ahora a intentar «justificar» que las masacres abyectas e inhumanas madrileñas del terrible otoño de 1936 lo fueron por el miedo de los frentepopulistas a esa «Quinta Columna» por entonces fantasma es torticero y absurdo, además de irreal y por completo alejado de los hechos incontestables. La «sacas» fueron una acción premeditada, alevosa e inhumana, un verdadero genocidio, decidido y practicado por los frentepopulista para eliminar físicamente a los que consideraban sus enemigos desde varios puntos de vista, a los mismos que habían detenido por ello.


De otra forma no se explica que se asesinara a esos curas, monjas, menores de edad y ancianos por entonces presos.

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