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PRINCESAS DEL MARTIRIO LAS MÁRTIRES DE ASTORGA

POR JOSÉ ANTONIO REY RUBAL.


Octavia Iglesias Blanco,Oolga Pérez Monteserin Núñez y Pilar Gullón Iturriaga.


Enfermeras de la Cruz Roja que pertenecían a la Acción Católica. Prestaban servicio en un hospital de sangre perteneciente al ejército franquista en el frente de Asturias. El puesto fue capturado y fueron hechas prisioneras. Fueron ejecutadas tras ser violadas y sometidas a vejaciones.


Una vocación de servicio a los demás

La congregación de las Hermanas de María formaba enfermeras voluntarias en Astorga, debido a la escasez y gran necesidad de enfermeras en aquella zona de combate. Tres mujeres astorganas, Olga Pérez-Monteserín Núñez, de 19 años, María Pilar Gullón Yturriaga de 23 años – con residencia en Madrid, pero sorprendida por la guerra en su ciudad natal- y Octavia Iglesias Blanco, de 41 fueron de las primeras en tener las condiciones suficientes para realizar su trabajo en el frente.


El 8 de octubre de 1936 fueron enviadas al frente que, con otras enfermeras, se turnarían para atender el pequeño hospital del ejército nacional en Somiedo, ubicado en la zona montañosa entre Asturias y León. Los combatientes de ambos bandos estaban separados por tan sólo unas pocas decenas de metros en la línea del frente.


El apresamiento

El 27 de octubre, milicias de la Unión General de Trabajadores (UGT, el sindicato del PSOE), al mando de Genaro Arias Herrero, minero e implicado en la Revolución de Asturias de 1934, empiezan una ofensiva para aislar las vanguardias del ejército de Franco donde se encuentra el puesto sanitario donde las enfermeras y un médico atendían a unos 14 soldados heridos. Tras un enfrentamiento bélico evacuaron el lugar 21 soldados que defendían la posición, pero el médico y las enfermeras se negaron a abandonar a sus pacientes.


El médico, el jefe falangista y varios oficiales fueron ejecutados ese día; los 14 heridos fueron asesinados por las milicias de la UGT –crimen de guerra-, cuando percibieron que los nacionales estaban a punto de recuperar el terreno perdido en un rápido contraataque.


Arias Herrero fue detenido al año siguiente y declaró en el juicio que Pilar, Olga y Octavia, a pesar de estar visiblemente identificadas como enfermeras de la Cruz Roja, habían pasado la noche detenidas en Pola de Somiedo, en las barracas donde se alojaban algunos milicianos, quienes abusaron reiteradamente de ellas. Para sofocar los gritos, los izquierdistas movieron un carro cuyo eje producía un agudo chirrido. Según testigos, las tres enfermeras rezaban cuando podían en medio de aquel horror.


La Ejecución

Ante las muestras de fe cristiana, los milicianos les conminaron a renegar de la fe a cambio de su libertad. Ellas se negaron. El 28 de octubre, a las dos de la tarde, las milicianas Josefa Santos, Consuelo Vázquez, María Sánchez, María Soto y Felisa Fresnadillo, Emilia Gómez, Dolores Sierra y Evangelina Arienza se ofrecieron para fusilar a las prisioneras, siendo estas tres últimas las que realizaron los mortales disparos.


Antes de la ejecución, las tres prisioneras fueron atadas y paseadas por el pueblo para, posteriormente, despojarlas de sus ropas que se repartieron entre ellas. Las fusilaron enteramente desnudas en un prado dando muestras de valor y entereza gritando “Viva Cristo Rey”.


Los cadáveres fueron abandonados desnudos en las afueras del pueblo durante todo el día, sufriendo el escarnio de las milicianas durante ese tiempo, para arrojarlos finalmente a una fosa común que había sido cavada por dos prisioneros falangistas, a quienes también ejecutaron posteriormente.


Nunca antes en Europa se había asesinado a enfermeras de la Cruz Roja, mucho menos después de violarlas.


Repercusión del Martirio

Este hecho sirvió para que Concha Espina publicase este relato en su obra titulada Princesas del Martirio. La escritora comparó el destino de las enfermeras con el de nuestro Señor Jesucristo, cuyos verdugos se repartieron sus ropas antes de crucificarlo.


El 29 de mayo de 2021 las tres enfermeras fueron beatificadas. La celebración tuvo lugar en la Catedral de Astorga, donde reposan sus restos en una capilla lateral. Olga, Octavia y Pilar tenían en común, ante todo, la fe en Cristo bien interiorizada y vivida en el ámbito familiar, parroquial y profesional.


Ante este horrendo crimen, el PSOE, autor de la perversa Ley de Memoria Democrática donde sólo se solidarizan con las víctimas producidas por el bando nacional, guarda un patético silencio ante estas enfermeras ejecutadas por sus correligionarios, milicianas y milicianos socialistas.


Tampoco el Ayuntamiento de Somiedo gobernado por el PSOE, lugar donde fueron asesinadas las tres mujeres, no se hizo eco en su momento de la beatificación de las tres mártires, ni se digna mencionar este hecho histórico en su página web.

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